En el 332 a.C. las tropas de Alejandro Magno en su camino a Egipto decidieron hacerse con el control de esta ciudad ¿Por qué Tiro era tan importante? Tiro era una ciudad fenicia situada estratégicamente en la costa de Palestina. A lo largo de los siglos anteriores se había convertido en uno de los actores principales en el comercio internacional del Mediterráneo Oriental en particular y dentro del más amplio circuito comercial del Próximo Oriente Antiguo, llegando incluso a comerciar con asentamientos situados en lugares tan lejanos como Eritrea o la Península Arábiga. Esta expansión comercial produjo pingües beneficios que permitió a los soberanos locales mejorar las condiciones de la ciudad y adecentarla con la construcción de distintos distritos y templos. Se mejoraron también de forma progresiva los puertos y astilleros, base de la riqueza de la ciudad. En conjunto, la importancia dentro del circuito comercial global del Próximo Oriente permitió a las ciudades fenicias gozar de cierta independencia política frente a otras entidades políticas más poderosas como el Imperio Asirio o el mismo Reino Judío.

Esta situación comercial privilegiada no impidió que Tiro estuviera obligada a rendir tributo a los dignatarios asirios; llegando incluso a la confrontación bélica directa contra las fuerzas asirias y más tarde contra los babilonios, los cuales acabarían absorbiendo las estructurales imperiales asirias. En total, Tiro sufriría 5 asedios o sitios bajo distintos monarcas asirios y babilónicos entre los siglos VIII y VI a.C. alternando periodos de paz con otros momentos de rebelión o incluso enfrentamiento bélico.
¿Por qué Alejandro Magno conquista Tiro?
Tras las victorias de las tropas griegas de Alejandro Magno contra los persas en las importantes batallas de Granicus y el victorioso sitio de Mileto en 334 a. C. Alejandro y sus tropas cruzan Cilicia y el Tauro y amenazan las posiciones persas en Siria. Al año siguiente derrotan a las tropas persas en la batalla de Issos. Según nos transmiten los textos, el gran rey persa Darío había propuesto a Alejandro un tratado de pazi, ofreciendo muy buenas concesiones territoriales para tratar de detener su avance. El macedonio observó en esta aproximación un elemento de debilidad del gran rey persa y decidió conquistar todo su imperio. En lugar de seguir hacia al este persiguiendo a Darío decidió llegar primero Egipto y toda la costa de levante para, entre otras cosas, acabar con su poder naval. A fin de evitar posibles enemigos en la retaguardia, las ciudades costeras fenicias deberían aliarse con los griegos o caer bajo su espada.
Los tirios mostraron cierta ambigüedad en su posición política ante el avance imparable de Alejandro. Las ciudades del norte de fenicia, entre ellas el importante emplazamiento de Sidón, habían reconocido rápidamente a los griegos como el nuevo poder dominante en la zona. Los tirios, sin embargo, parecían querer mantener cierta independencia política entre la pelea de griegos y persas. Esgrimiendo como excusa un motivo religioso (no le dejaron hacer un sacrificio en honor a Melqart, equivalente al Heracles griego) los tirios negaron la entrada a la ciudad a Alejandro. Aunque es cierto que esto pudo ser el casus belli para el ataque contra Tiro, lo cierto es que los griegos, como se ha indicado más arriba, necesitaban controlar esta posición estratégica en la costa del mediterráneo.
La conquista de la ciudad
La ciudad de Tiro se dividía en dos partes. La parte antigua en tierra firme y la nueva ciudad, fuertemente amurallada y con dos puertos, que se elevaba en una pequeña isla enfrente del asentamiento más antiguo. Alejandro concluyó que la única forma de acercarse a la ciudad era mediante la construcción de un dique o terraplén que salvase los 800-1000 m. de distancia entre ambos puntos. Para poder realizar la empresa, los macedonios habían demolido la vieja ciudad de Tiro que, junto a la existencia de abundantes bosques locales, proporcionaban el material necesario para constituir la base del dique que acercaría ambas orillas.

Mientras el dique se acercaba a a la ciudad, los tirios se defendían gracias a catapultas y otros elementos defensivos de no torsión que dificultaba el trabajo en el dique. Por esto, los asaltantes construyeron una serie de estructuras defensivas en las torres de asalto para protegerse mediante pieles de animales y lonas. En un intento de frenar el avance, los tirios llenarían un barco de transporte o brulote de combustible y lo arrojarían contra el dique. Tanto Arriano como Curcio coinciden en que la embarcación, arrastrada por el viento, golpeó la construcción afectando también a las torres de asalto, quedando inutilizado el dique y obligando a los griegos a comenzar de nuevo.
En abril, gracias al control de la flota de Biblos y Sidón, y junto a otras embarcaciones de Grecia y Chipre, Alejandro consiguió bloquear cualquier tipo de operación naval tírense. De esta forma, consiguió transformar una flota naval en una fuerza de asedio y asalto marino. Ya antes de la llegada de la esta nueva flota, los griegos habían reiniciado la construcción de un nuevo dique. Así, se inició la siguiente y última etapa del asalto. Gracias a la superioridad naval conseguida, se juntan barcos atándose por las proas para crear una zona en donde colocar plataformas que sustentaban las piezas de artillería para seguir golpeando los muros. Los sitiados intentaron sin éxito cortar las cuerdas que unían las embarcaciones, ya que se sustituyeron por cadenas de metal.
Junto a la artillería de aquellas plataformas flotantes, habría que añadir ahora aquella que provenía de las torres de asalto en el dique, desde donde se utilizaron petrobolos y catapultas para mantener concentrado el fuego sobre la parte superior de los muros de Tiro y sus almenas. En esta situación los tirios lanzarían un último ataque naval para tratar de aliviar la presión. Sin embargo, Alejandro persiguió las naves tirias y consiguió hundir un número considerable de las mismas. Ante esto, los tirios decidieron bloquear la entrada al puerto antes de que toda la flota tiria regresase.

Sin embargo, el dique ya había sido terminado y llegaba hasta los muros de la ciudad lo que permitía el despliegue de arietes, escalas y torres de asedio. Alejandro centró sus esfuerzos en la zona sur. Tras un primer intento fallido, es en esa zona por donde vendría el asalto final. Así, siguiendo los ejemplos de sitios anteriores, dividió el asalto por varios puntos: realizó un ataque naval con artillería sobre la zona del puerto egipcio que creía que era débil, y lo combinó con ataques frontales con puentes colgantes y las torres de asedio desde donde se seguía utilizando artillería. Con Alejandro en primera línea de batalla como era habitual, los griegos conseguirían abrir brecha en las defensas y entrar en la ciudad.
Relevancia de la narración y del asedio de Tiro.
El asunto de Tiro está profusamente documentado en las fuentes, algo que no es siempre habitual. El asedio se narra en los capítulos 16 a 24 del Libro II de la Anábasis de Arriano. El libro explica la situación geopolítica a la llegada de los griegos, las negociaciones previas, el comienzo de las hostilidades y el posterior sitio y caída de Tiro. Aunque Arriano escribe en el S.II a.C., los hechos a los que se refiere el fragmento se producen entre enero y julio del 332 a.C. Al margen de Arriano, otras fuentes hacen referencia al episodio del asedio de Tiro. Así, Quinto Curcio que escribió una historia de Alejandro Magno y Diodoro Sículo en el Libro XVII de la Biblioteca Histórica tratan el asalto a Tiro. Tenemos también referencias en Plutarco (Alex.24-25), Polieno (4.3.3–4, 13) y Justino (Filípica, 11.10.10)
El texto es excepcional ya que además de la información geopolítica que nos proporciona en los diferentes textos que se han conservado hasta nuestros días, es importante para la historia militar ya que nos cuenta con detalles el asedio a una ciudad amurallada y prácticamente inexpugnable y lo más interesante, la construcción de un ingenio de la poliorcética para conquistar la ciudad.
Alejandro construyó un dique o malecón que salvaba la distancia entre la vieja Tiro en tierra firme y la nueva ciudad construida sobre un islote y fuertemente amurallada. Para este fin, derruyó la ciudad antigua a fin de usar las piedras, maderas y otros materiales que pudiera ser útil en la construcción. Estudios de geomorfología sugieren que la distancia entre ambos puntos era de 800-1000 m. aproximadamente. La profundidad de las aguas estaría entre 1-2 m. lo cual facilitaría la construcción del dique, aunque según las fuentes esa profundidad aumentaba considerablemente según se acercaba a la isla. El ancho de este se había proyectado en hasta 60 m. para poder albergar tanto a las tropas como a la maquinaria de asalto.

Este primer dique fue parcialmente destruido por un barco incendiario lanzado desde Tiro. Los griegos entonces iniciaron de nuevo las obras de construcción de un segundo dique. Esta vez se construyó más al norte que el primero con el objetivo de resguardarlo del viento, algo que favoreció el ataque por mar que destruyó el primer dique. Se construyó de forma más ancha para poder albergar mayor número de tropas y torres militares de asalto. Las fuentes nos indican también que el comienzo del dique se aseguró de forma más precisa gracias al uso de árboles enteros sobre los que se colocaban piedras y sobre las que se colocaba otra capa de maderos y placas que a su vez se cubrían con arena y sobre la que finalmente se ponían más piedras y madera. De esta forma, la construcción ganaba en solidez y estabilidad. Por último, la anchura de este se amplió para aumentar el número de máquinas de asalto.
Además, Alejandro colocó dos torres que funcionarían como torres de asalto y asedio. Para proteger los soldados allí situados, se situarían pieles de animales a modo de escudo para repeler los proyectiles de Tiro. Estas torres fueron transportadas por barco, y disponían de puentes de escalada. A su vez, iban equipadas con catapultas de torsión capaces de arrojar piedras a gran distancia y que podrían dañar gravemente las murallas de Tiro.

Una vez lo suficientemente cerca, la muralla podría ser destruida o seriamente dañada gracias al uso de forma profusa de catapultas. Es en este asalto a Tiro cuando por primera vez se usa de forma masiva la artillería para tratar de dañar seriamente los muros. (petrobolos o lithobolos). Además, una vez lo suficientemente cerca, el avance estaría protegido por proyectiles que barrería las zonas almenadas gracias al uso de catapultas de no-torsión, gastraphenes o de torsión, euthytonom o palintonon.
Sabemos que estos ingenios militares se utilizaban en el Próximo Oriente desde hacía milenios y los tenemos bien documentados en textos y representaciones iconográficas. Lo excepcional de este documento es que es uno de los primeros en los que se nos detalla las dificultades de asediar una plaza amurallada que además se encuentra rodeada de un brazo de mar. Además, la información proporcionada sobre los artefactos de asedio confirma la visión que se tiene de los asedios en el mundo antiguo.
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