Clausewitz, Napoleón, Federico el Grande, Sun Tzu. Todo aquel interesado en la guerra y estrategia ha oído hablar o incluso leídos textos de estos y otros grandes militares y estrategas. Sin embargo, es más probable que nunca antes te hayas encontrado ante la figura del italiano Raimondo Montecuccoli. Y es que, en el S. XVIII todo el mundo implicado en las artes bélicas leía y estudiaba sus obras.

Montecuccoli fue un noble italiano nacido en Módena que se convirtió en soldado profesional durante la Guerra de los treinta años (1618-1648) ganando cierto reconocimiento en las batallas de Breitenfeld (1631) y Nördlingen. (1634) Tras luchar en la denominada Guerra del Norte (1655-1661), alcanzaría gran notoriedad durante la Guerra Austro-Turca (1663-1664). Más tarde, en la guerra Franco-holandesa, lucharía contra los ejércitos de Luis XIV y comandaría las tropas imperiales del Rin luchando en 1673 contra el famoso general francés Turenne en lo que se convertiría posteriormente en ejemplo clásico de guerra de maniobras.

¿Por qué era famoso en su tiempo este total desconocido para el público general? Es considerado como el primer teórico de la estrategia bélica de la historia. Dejó por escrito en distintas obras la base de lo que lo que más tarde serviría para el desarrollo de todo el pensamiento estratégico-operativo y su utilización en el campo de batalla europea y americano.  

 Montecuccoli escribe y desarrolla su obra en las últimas décadas del S. XVII (aunque sus obras no se publicarían y distribuirían hasta el S. XVIII). Es una época de transformaciones en la que asistimos a la paulatina profesionalización de los ejércitos y a la clara distinción entre lo militar y lo civil dentro de las sociedades europeas. Es en esta época cuando gracias a la mayor centralización del estado es posible la creación de ejércitos regulares o al menos de un conjunto de tropas permanente. Y es que la importancia de la profesionalización del ejército y el mantenimiento de tropas permanentes había sido demostrada ya lo largo del S. XVI y comienzos del S. XVII con ciertas tropas de élites como los bien conocidos tercios españoles. Es una época en la que la infantería iría ocupando un lugar preeminente dentro de la organización de los ejércitos. La caballería no desaparecería, pero quedaría relegada a funciones más secundarias (reconocimiento y batidas, o instrumento de choque y shock en momentos puntuales)

 Una de las máximas de Montecuccoli fue tener en cuenta las fuerzas propias y las del adversario. «La operación sea proporcionada a la fuerza principal […] Al querer atacar al enemigo es menester ser más fuerte que él» O resaltando la importancia del terreno y las tropas que deben operar «Si es de infantería, se obra con mayor ventaja en países cerrados y montuosos, y en los sitios de plazas. Si la fuerza principal es de Caballería, se obra mejor en las batallas y en países llanos y abiertos» Visto desde la perspectiva del observador moderno puede resultar obvio, pero en la época dejar este tipo de reflexiones por escrito fue algo totalmente novedoso.

El autor italiano resalta también la importancia de la guerra de maniobras poniéndola en práctica en los enfrentamientos contra los turcos en Hungría y contra los franceses en la Guerra Franco-holandesa.  Allí emprendió distintas operaciones tratando de evitar la confrontación frontal o el asalto directo a fortalezas para tratar de vencer al enemigo. Son ya casi legendarios sus enfrentamientos con las tropas francesas al mando del mariscal Turena en 1675. La “partida de ajedrez” jugada por ambos generales resalta lo que Montecuccoli deja plasmado en sus escritos: en esta campaña al general italiano no le importa retirarse a terreno más propicio «como si se tuviere miedo para el enemigo esté más confiado». Lo importante es poder alcanzar sus objetivos y en este caso, lo hace sin tener prácticamente ningún enfrentamiento directo con el enemigo.

En resumen, una vida dedicada a la guerra que queda reflejada por escrito en obras como Arte de la Guerra (apareció en italiano en 1653 y en español en 1693), sus Mémoires que aparecerían en francés (nueve ediciones de 1712 a 1760) o su libro más célebre, Della Guerra col Turco in Ungheria, también conocido como Aforismi dell’arte bellica, que conoció una apabullante  éxito (siete ediciones en italiano, seis francesas, dos latinas, dos españolas, dos alemanas y una rusa)


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